miércoles, 5 de diciembre de 2007

ENCUENTROS OTOÑALES.



Cuando el Ayuntamiento de mi ciudad tenía la sana costumbre de usar el escenario de concha del viejo parque para que nuestra banda de música deleitase al público con bailables, las tardes de jueves y sábados, era fácil encontrarse con bellas estampas reflejo del encuentro tardío de amores tempranos, que con la ilusión de unir viejos corazones con nuevas esperanzas danzan juntos los sones de tangos y pasodobles en los otoños de la vida.
En uno de esos atardeceres de verano, en los que me envuelve la melancolía, sentado en uno de los bancos que circundan el espacio bailable, observo la expresión de satisfacción y ensueño del reencuentro que danza el tiempo perdido. Ese momento en que dos cuerpos todo lo dicen, me parece el momento perfecto de la máxima expresión de los sentimientos, y, encuentro ante mí la belleza de la expresión plástica perfecta. La fijo en mis retinas y me planteo el reto de plasmarla, dándole forma en un tronco de madera.
Surge así la escultura "Encuentros Otoñales".

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